lunes, 6 de julio de 2015

El infierno según Jean-Paul

Montar una obra  del escritor y dramaturgo francés Jean-Paul Sartre es cosa seria. A puerta cerrada es teatro existencialista puro, mucho texto, monólogos largos, vocabulario amplio y complejo, diálogos hirientes... y sin embargo, todo empieza con una puesta en escena casi de comedia. El director gallego David Pinazo nos presenta al personaje más secundario, el mozo (encarnado por un solvente Saoro Ferré) como la caricatura del botones clásico con síntomas extremos de agotamiento y hastío por su trabajo. De su mano, los tres personajes principales van llegando a la infernal habitación donde vivirán el resto de su eternidad muestran su cara más civilizada: al fin y al cabo, de momento no hay verdugos, hierros al rojo, potros de tortura o máquinas de desmembrar, sino unos sillones regios un tanto pasados de moda. Y calor, mucho calor.

Garcín, interpretado por Ian Hogarth, es el primero en llegar, y se muestra confuso y algo paranoico por la falta de coherencia entre lo que espera y lo que encuentra. Después llega Inés (Raquel Moreno) con una seguridad en sí misma extrema y algo sospechosa, y por último, Estelle, la vedette, una vampiresa que solo vive por la atención y el cariño de los hombres, interpretada por Somayeh Heidarvand.



El Espace Amalia, situado en el Poble Sec barcelonés es un local comercial acondicionado como sala teatral. Se trata de un espacio bastante pequeño, con capacidad para unas 40 personas y con un escenario bien acondicionado, pero muy, muy reducido. En el caso de A Puerta Cerrada, juega a favor de la obra, porque contribuye con un ambiente asfixiante en el que, por combinación entre lugar y obra, llega a faltar el aire. Por desgracia, para los actores era un reto extra, que propició algún que otro tropezón, con la consiguiente pérdida de ritmo.

Desde la casi comedia, poco a poco la obra se va ensombreciendo: los personajes confiesan los errores que les han llevado hasta allí, y se va haciendo evidente la teoría que presenta el autor: que no se necesitan verdugos ni torturadores para hacer sufrir a una persona, basta con rodearla de otras con las que se dedique a chocar, a competir y a hacerse daño por toda la eternidad ("el infierno son los demás").

Sartre presenta unos personajes ya definidos, que no son capaces de cambiar ni adaptarse, y que están destinados por sus actos en la tierra a torturarse unos a otros. No solo se excluye el cambio, sino también la alegría, la situación irá empeorando más y más hasta el final de la obra, que no del sufrimiento.

La representación en sí lograba una atmósfera densa, en la que destaca una Estelle a gran nivel (aunque con algunos problemas de pronunciación en español) acompañada con grandes momentos de Garcín y de Inés. Y sin embargo, daba la sensación de que la tensión, en vez de subir sostenido, como pide la obra, sufría altibajos, que no correspondían a lo que se estaba narrando.

En resumen, se trata de un montaje que, pese a ser notable adoleció por momentos de falta de ritmo (que no de atmósfera); las correctas actuaciones de los intérpretes quedaron en algún punto lastradas por la falta de comunicación; en algunos casos los actores dieron la impresión de perderse, o peor, de no escucharse.

Sin embargo, estos detalles no oscurecen el proyecto: un infierno bien construido por Pinazo y sus actores sobre el texto de todo un peso pesado de la literatura del siglo XX.

Ficha
Obra: A puerta cerrada
Guión: Jean-Paul Sartre
Dirección: David Pinazo
Actores: Somayeh Heidarvand, Raquel Moreno, Ian Hogarth, Saoro Ferré
Compañía: Desórdenes
Teatro: Espace Amalia (Barcelona)
Pase: jueves, 18 de junio de 2015 - 21:00 h
Precio: 8 - 10 euros (reserva previa/taquilla)